miércoles, 31 de mayo de 2017

  Ella tenía razón, no era un espejo sino un cristal roto

Demasiadas ilusiones para tan malas intenciones


Hay ilusiones que vienen en patera,
cargadas de abusos y sueños,
hay ilusiones que se maquillan los ojos para verse guapas, para esconder,
para creerse el típico “lo siento, no volverá a pasar”,
hay ilusiones que les golpea la vida, que abusan de la infancia,
que no tienen amigos,
hay ilusiones que vomitan, que se cortan, que se drogan,
que se matan.

Hay ilusiones que huyen de una guerra y se encuentran con una paz desoladora, con una paz hipócrita que conduce al abandono,
hay ilusiones ligadas a una camilla, a una bolsita de suero,
a un: “no te vayas, no estoy listo, yo te quiero”.

Hay ilusiones en la tienda de toda la vida que tiene fecha de caducidad,
en una Navidad con algo que llevarse a la boca,
en una educación que te apoye y te respalde,
en un país que diga “no te vayas, yo soy tuyo y tú eres mío”.

Hay ilusiones en la historia y el futuro,
en un niño y en un joven,
en un libro y en un gesto,
hay ilusiones en las costumbres, en un ramo de flores,
en una copa de champán y en una docena de campanadas.

Hay ilusiones en el amor, en cogerse de la mano sin temor,
en un beso a la intemperie y no escondido en una esquina.
hay ilusiones en un concierto, una sala, un pub, un paseo marítimo y un mercado,
 hay ilusiones en el llanto, en el grito y el desgarro, en la frustración, en la ansiedad y en el miedo.

Hay tantas ilusiones como personas en el mundo y unas se ven tan rotas y otras tan bonitas…
unas florecen y otras marchitan,
unas llevan coche de lujo y otras si comen es un lujo,
unas visten desidia de marca y otras sin tener nada visten de gala,
unas juegan al bingo y otras a la lotería,
unas tienen riqueza y otras tienen familia,
unas roban y otras dan,
unas matan y otras aman.

Hay tantas ilusiones como personas en el mundo

pero no hay tanto mundo para tan malas intenciones.
        À       
              Todos buscan el fin del mundo

     pero yo te busco a ti.

Han pasado 2 años y 4 meses y aún te quiero



Han pasado 850 días desde que el azabache se convirtió en mi color favorito,
desde que tu pelo escondió tus intenciones,
desde que tus manos pintaron en mi espalda tu vía de escape,
desde que descubrí que tus lunares eran planetas quemados,
han pasado 850 días desde que descubrí las costumbres y tradiciones de tu piel,
 las mentiras de los latidos de tu pecho
y las verdades de tus pulmones al hablar y suspirar.

Y sí, han pasado 850 días desde que te hiciste bilingüe en la lengua de mi nombre, de mi cuerpo y de mi vida.
Se han turnado solsticios y equinoccios desde tu venida y tu partida,
el tiempo ha degustado las horas como quien devora su plato favorito,
una guerra ha estallado entre el mal y el peor, entre el fuego y el infierno, entre el grito y el desgarro.

Han pasado 1.224.000 horas desde que tus labios dieron un golpe de estado contra mí,
un siglo en besos desde la guerra civil más sangrienta de un cuerpo contra cuerpo,
una masacre causada por el silencio de las palabras que causaron historia y que, por suerte, solo unas sábanas rotas pueden contar.

Han pasado 1.224.000 horas desde que mi piel viste de heridas, un traje precioso para contar leyendas,
una tez perfecta para el roce de dos enamorados a las doce de una noche sin luna,
una tela suave, fina y arraigada en el hambre de tus dientes, una tela suave, fina y descosida porque tus uñas arañaban más allá de la piel,
tus dedos desabrochaban los botones del alma y tus yemas bajaban la cremallera de mi corazón para seguirme al País de las Maravillas.

Han paseado ánimas por el cielo desde que la témpera y la poesía se odiaron por amarse tanto
y, sin embargo, han pasado segundos desde que los libros se escriben pintando.
Porque al fin de cuentas solo han sonado dos acordes de esta canción a la que no le ha sucedido nada más que un secreto que nunca ha callado.

Pd: Han pasado 2 años y 4 meses y aún te quiero

martes, 30 de mayo de 2017

Ángel de la guarda



Es de noche mi vida,
la luna reina con su séquito de estrellas en el firmamento
y el sol huye de la oscuridad de tu ausencia en mi cama.

Duerme, mi vida, duerme,
Eres tan hermosa durmiendo… tan artista.
Respiras despacito como si temieras hacer ruido.
Tus pestañas vagan por tus párpados
en busca del tesoro de tus ojos.
Tus labios se cierran en suspiros
y tus pecas juegan al escondite con tu piel.

Duerme, princesa, duerme,
pues las sábanas te cubren del mal y del bien
mientras mis noches se pasan velándote.
No me ves, no me sientes, no me notas,
pero en las noches cuando vuelves a ser niña
estoy ahí, cuidándote de todo.
Acariciando tu piel de porcelana tostada,
viendo tus lunares como tinta derramada,
 oliendo tu aroma y jugando con la muerte.
Peinando tu alborotado pelo y viendo como sucumbes a ti misma,
como te bañas en sueños.

Y ahí estoy yo, en ese intervalo sobrenatural,
guardándote, cuidándote y protegiéndote.
Me podría costar mucho mi pequeño topacio,
pero supongo que me da igual,
me da igual alterar el equilibrio cada noche por contemplarte,
me da igual que me pueda costar mi vitalidad,
me importa tan poco como yo te importo a ti.

Sé que no debería cuidarte, salvarte la vida,
evitarte pesadillas y regalarte sueños.
Soy consciente de que todo tiene un precio
pero por ti pagaría con mi alma si fuera necesario.
No me da miedo poder sucumbir a la oscuridad
por la luz de tu aura en la profundidad de la noche.

Yo no duermo ni sueño como tal,
me paso las noches ahí en las sombras
asegurándome que, al menos, soñando eres feliz.
Te concedo cosas que no se me permite conceder,
te quiero como no se me permite querer,
te protejo de todo, rompiendo reglas y normas.
Cuando nadie está ahí, cuando crees ser olvido,
cuando temes la soledad, la nostalgia y el dolor,
yo estoy ahí.

Te veo reír, llorar, amar y odiar,
te veo arriesgar tu vida y ponerte en peligro,
te noto porque aunque se me prohibiera me hice tu ángel de la guarda,
soy protectora de mi propia destrucción.
Sé cuando estás en apuros, cuando tienes miedo
y sé cuando estás cerca.
Pero no te preocupes por cosas que no podrás entender
aunque estés lejos de mí, amor,
no me importa el daño, las heridas
y el dolor que me causes minuto a minuto.
Porque sin pensarlo daría mi esencia por la tuya.

Duerme, mi vida, duerme,
no temas, que cuando despiertes no seré más
que una mera sensación extraña,
pero cuando duermas ahí estaré como cada noche,
cada luna, cada amanecer, cada estrella,

cada latido y cada sueño.