Soy esclava de tu letra
y de tu alma.
Adicta a tu mirada
plasmada en frases sin rima
pero escritas con vida.
Soy admiradora de tus
heridas,
las mismas que sangran poesía.
No hablas con palabras
sino que a través de
ellas me hablas con el tacto.
Me incendias quemando
el corazón y el odio,
al tiempo que
tus lágrimas no forman
charcos
sino retablos de arte
perdidos en el tiempo,
mi tiempo.
Mi amor, mi dulce y tormentoso amor,
bailemos entre las
ropas del huracán
con los relámpagos como
banda sonora de nuestro amor.
Escapemos de esta
masacre de mundo sin pintura,
sin poetas, sin música,
sin lengua ni amor ni cultura.
Huyamos de todo,
huye de mí como yo huyo
de ti pero contigo.
Seamos búhos que
acechan la noche,
se mi bruma y mis
tinieblas,
siendo yo entonces tu
ciencia ficción.
¡Qué etéreo es todo!
Tan frágil como lo
fuimos nosotras…
como lo fui yo contigo.
Tal frágil que fui una
pestaña
de esas que tiras sin
pedir ningún deseo.
¡Qué rápido apareces y
desapareces!
Tanto como un abrir y
cerrar de ojos.
Aunque para mí sigues
siendo esa balada
que no te sacas de la
cabeza,
y sobretodo, eres mi “Iridiscencia”
favorita,
la misma que buscaba en
los destellos tostados de tus ojos
y que ahora emergen en
mí cada vez que pestañeo
para evitar inundarme
en un día soleado.
Y soy esclava de tu
letra
y de tu alma.
Al igual que soy adicta a tus
monstruos y demonios.
En resumen mi amor, mi
dulce y tormentoso amor,
soy esclava de toda tú aunque
huyendo de ti pero siempre contigo.